John y Julie Gottman son una pareja de psicólogos que se dedicaron durante décadas a estudiar miles de parejas para poder establecer qué elementos están presentes en aquellas que logran durar en el tiempo. De esta forma, lograron determinar algunas herramientas que pueden emplearse para construir un vínculo sólido y saludable con un otro.
En una de sus investigaciones encontraron que una diferencia central entre aquellas parejas que funcionan y las que no, es que las primeras responden a los “bids for connection” en un 86% de las veces, mientras que las parejas que se disuelven solo lo hacen en un 33%.
¿Qué son, entonces, los bids for connection? En español podríamos traducirlo como “ofertas” de conexión. Se trata de un pedido, de parte una persona hacia otra, para conectar. Pueden consistir en una expresión (tal como suspirar, sostener la mirada o guiñar el ojo), una pregunta (“¿cómo estuvo tu día?” o “¿quéres ver esta serie conmigo?”) o un acercamiento físico (un beso, una caricia o un simple roce de manos). Si bien es importante también manifestar verbalmente aquello que deseamos, estas son formas sutiles que se llevan a cabo multiplicidad de veces en un sólo día y nos permiten acercarnos al otro y recibir su atención, fomentando la confianza y la conexión emocional en el vínculo.
Pueden ser acercamientos u ofertas grandes o pequeñas, así como verbales y no verbales. Gottman confeccionó una lista de ejemplos de bids of conection entre los que podemos mencionar:
llamar la atención del otro con una pregunta o señalamiento, acerca de algo que está sucediendo: “¿te gusta mi gorro nuevo?”, “mirá ese pajarito”, o si está viendo algo en la computadora podemos preguntarle si lo podemos ver juntos.
Hacer y responder a pedidos simples: “¿podrías alcanzarme el agua?”.
Ayudarme con alguna tarea o hacerla conmigo: “¿me harías compañía mientras lavo los platos?”, “¿me acompañas al supermercado?”.
Mostrar interés o emoción en mis logros: “qué rica te salió la cena”, “¿te gusta el dibujo que hice?”.
Chatear con el otro. Si nos envía, por ejemplo, algún video que le haya gustado, tomarnos el tiempo de verlo y responder.
Preguntar y compartir cómo fue tu día. Preguntar sobre cosas que nos compartió previamente ("¿cómo siguió lo que me contaste la semana pasada?").
Ayudarle a pensar soluciones si nos comparte un problema.
Hacer chistes y responder a los mismos.
Si bien este concepto fue creado para el trabajo con parejas es útil tenerlo en cuenta para hacerlo de forma consciente en distintos vínculos. Es muy usual, por ejemplo, que se produzca cierta lejanía entre padres e hijos o abuelos y nietos por el rechazo o el pasar por alto los acercamientos emocionales por parte de alguno de ellos (por ejemplo al recibir una pregunta sobre nuestro día y contestar sin detalles por estar usando la tecnología). O quizá entre amigos, cuando estamos muy atareados con distintas obligaciones y descuidamos un poco el vínculo al no tomarnos un momento para enviar un mensaje.
En lo que respecta a las parejas, observamos que es más común que se disuelvan por la distancia que se genera con el tiempo ante el rechazo continuo de estos ofrecimientos de conexión que por conflictos concretos o infidelidades. Si bien sería muy difícil responder a todos los bids de conexión y es usual que se nos pasen algunos, es importante prestar atención a las mismas y comprometerse a habilitar esta conexión con el otro en tanto fortalecen el vínculo y hacen que ambas personas se sientan vistas y cuidadas.
Hay personas a las que les resulta más sencillo reconocer y responder a estos acercamientos pero, como toda habilidad social, es algo que puede comprenderse y entrenarse para mejorar nuestros vínculos interpersonales y emplearse incluso en los momentos donde el vínculo esté atravesando dificultades.
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